“Cuidar la tierra, a las personas, redistribuir los excedentes”
Recuerdo que finalizado mi periplo universitario cartagenero, en calidad de ingeniero agrícola, salvo la emoción y orgullo de mi familia, yo personalmente tuve la sensación de amargura, de cuatro años tirados a la basura, sometido a tal dosis de conocimientos teóricos: químicos y letales, que mi cabeza bien parecía una aspirina en vez de una cebolla fresca.
He de agradecer que aquel “titulito” que recibí a cambio del tratamiento radiactivo en las aulas me ha abierto muchas puertas, pero realmente
¿merece la pena, gastar tanto tiempo y dinero para salir intoxicado hasta las orejas y luego tener que recurrir a un lavado de cerebro?.
Parece increíble que siendo la universidad la máxima autoridad docente y a las puertas del siglo XXI, en particular en mi carrera, que se supone que trata la agricultura, no se contemple ninguna propuesta sobre la agricultura ecológica, ni seminario, ni conferencia, ni asignatura, ni doctorado, o sea nada.
Y si recurres a cualquier de los centros públicos especializados en materia de agricultura o medio ambiente de nuestra región, ya sean científicos o no, creyendo que quizás tengan información, aunque sólo sea un poquito, encadenas portazo tras portazo. Porque no existe ningún departamento que realice proyectos de investigación, experimentación, asesoramiento técnico o apoyo especializado, ni mucho menos difusión respecto la agricultura ecológica.
Basta mirar levemente el futuro, para darse cuenta de las enormes perspectivas de crecimiento de la agricultura ecológica a nivel mundial, y aún a pesar de las innumerables ventajas que ofrece la agricultura ecológica para la salud tanto del consumidor, el medio ambiente y el propio agricultor, nosotros seguimos investigándonos el ombligo y a la cola, mientras comunidades como la andaluza y la valenciana llevan camino de sacarnos cinco cabezas. Es para quedarse perplejo.
Únicamente la FECOAM está desarrollando un proyecto experimental sobre producción integrada, esta nueva agricultura que, en cambio, sí goza de un sospechoso apoyo técnico y difusión en los medios de comunicación durante al menos su primer año de existencia, muy superior por otra parte, que el proporcionado a la agricultura ecológica en sus más de veinticinco años de funcionamiento en la Región. Me gustaría saber la razón por la que se crea y apoya la producción integrada (agricultura convencional a escondidas), ya que tengo serias dudas de que sus productos sean sanos y ecológicos. Acaso, ¿no sería mejor que apostáramos todos directamente por la agricultura ecológica?.
¿Qué va a ser de los más de doscientos agricultores ecológicos murcianos, actuales y futuros (y por supuesto consumidores), cuando acudan a cualquier técnico u organismo regional y descubran la ignorancia, marginación y el tabú existente hacia la agricultura ecológica? ¿Cómo va ha progresar la Región si desde la base no existe ningún centro público educativo ni de investigación dedicado a la agricultura ecológica?.
No es extraño que tengamos el record mundial de pesticidas junto con Almería con más de 14 kilos por hectárea y año.
Mientras la vida se sitúe en números rojos en las bolsas mundiales, y los intereses se encaminen a investigar y difundir aquello que realmente aporte dinero a unos pocos, (como por ejemplo los productos transgénicos), sólo cabe preguntarse ¿Cuándo despertaremos a la esperanza verde y fresca como lluvia del desierto, y en especial, aquellos que más deberían dar ejemplo?.
ELIAS LOPEZ ROS
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